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Te enseño a programar si me das el 15% de tu salario cuando trabajes: así funciona Microverse

Asegura que una de las primeras y más importantes cosas que aprendió es que las personas “no están limitadas por el lugar en el que hayan nacido”. Sin embargo, y tras un viaje a Burundi, se dio cuenta de que en los países en vías de desarrollo muchas personas no tienen acceso a la formación que les permita aspirar a muchos de los puestos que las grandes tecnológicas no logran cubrir. Eso, unido al convencimiento de que el trabajo (especialmente de programador) será cada vez más remoto, llevó a Ariel Camus a fundar Microverse. Una empresa que promete a sus alumnos que no pagarán nada por su formación hasta que consigan un puesto de trabajo de 1.000 dólares al mes como mínimo.

Microverse no alcanza los dos años de vida, no es rentable como empresa, tiene 23 personas en su plantilla (de las que solo 4 son programadores) y sólo ha realizado una ronda de financiación, hace 3 meses. En este tiempo, asegura haber formado a más de 400 personas de más de cien países del mundo. “La única cosa que importa de nuestro modelo de enseñanza y de negocio es que nuestros alumnos consigan trabajo”, asegura Ariel Camus. Y toda la preparación va a encaminada no solo a ser un buen programador, sino a serlo de forma remota.
Algo para lo que no solo hay que tener “una educación que esté a la par en calidad en cuanto al nivel técnico de Estados Unidos”, sino también tener otra serie de “habilidades blandas”. “Tienes que trabajar en otras franjas horarias, en inglés y con otras culturas. Eso es el 80 por ciento de un trabajador remoto. El 20 por ciento son las capacidades técnicas”, asegura Camus.

La propuesta educativa de Microverse
Ésa es, a grandes rasgos, la propuesta educativa de Microverse: que seas muy bueno en programación (porque es a lo que te quieres dedicar profesionalmente) y que lo puedas hacer trabajando en remoto desde cualquier parte del mundo, para cualquier empresa de Silicon Valley. Y, además, que no pagues nada de los 15.000 dólares que cuesta esta formación hasta que no tengas un trabajo relacionado con estos estudios que te supongan unos ingresos mínimos de mil dólares al mes.

El programa se conforma de cuatro bloques:

Desarrollo web full-stack enfocado en Ruby, Ruby on Rails, JavaScript y React
Fundamentos de ingeniería de sistemas enfocados en estructuras de datos y algoritmos
Desarrollo de habilidades blandas (comunicación, trabajo en remoto, ética, profesionalidad internacional, finanzas, etc.)
Preparación para la búsqueda de trabajo
Cada 5 semanas se empieza un nuevo curso. Antes, hay que pasar unas pruebas de acceso nada sencillas con las que Microverse también se garantiza que el alumno realmente quiere dedicarse profesionalmente al mundo de la programación. “Recibimos unas 10.000 solicitudes al mes y se aceptan entre 40 y 80”, asegura Camus.

Cada alumno marca su propio ritmo, por lo que algunos logran terminar la formación en 5-6 meses, mientras que otros dedican más de un año. Sin embargo, la media (y el objetivo) es que toda esta formación no conlleve más de 8 ó 9 meses de dedicación. “Estamos en estos momentos generando mecanismos de apoyo para que contraigan esa dispersión”, asegura Ariel Camus.

No hay profes, solo compañeros
En Microverse no hay profesores como tal. “Cuando los estudiantes llegan sus trabajos lo más probable es que tengan que aprender nuevas tecnologías desde el primer día que lleguen. Y no van a tener un profesor que les dé una clase o que le resuelva las dudas, sino compañeros de trabajo, mentores o gente más sénior”. Un escenario que replican en Microverse.

“Guiamos a los alumnos para que sepan cuáles son los objetivos de aprendizaje y los proyectos que tienen que cumplir. Les recomendamos cierto material pero les ayudamos a desarrollar la capacidad para encontrar las respuestas por sí mismos, a discutirlas con su compañero de trabajo”, explica Camus.

Así, el aprendizaje se realiza por pares: en cada proyecto los alumnos deben trabajar con otro de los estudiantes del curso y este partner es siempre diferente en cada una de las pruebas a superar. Al final de cada módulo se realiza un proyecto final que es evaluado por tres personas. “Si has conseguido la maestría en todos los aspectos pasas. Si no, tienes que volver a hacerlo”, explica Camus.

El curso cuesta 15.000 dólares. El estudiante no paga nada hasta que consiga un trabajo de mil dólares al mes. A partir de ese momento, debe abonar el 15% de su salario
Asegura que no es requisito indispensable saber algo de programación para entrar en Microverse “sino que tengas claro que programar es lo que quieres hacer profesionalmente los próximos 10 años”. Algo que, según reconoce, es una decisión muy difícil tomar sino sabes programar. “Pero es un punto de vista pedagógico podríamos empezar desde cero. De hecho, tenemos unas prácticas colaborativas antes de entrar al programa para prepararte a pasar el programa y gente que no tengan conocimientos de programación”.

El trabajo colaborativo se desarrolla en Zoom. Además, Microverse monitoriza con software que los estudiantes se conecten, y a tiempo, a cada una de las clases. “Vemos si tienen problemas de conexión, si están trabajando forma colaborativa y utilizamos un sistema de notificaciones para que se resuelvan las incidencias”, detalla.

Cuando empieces a cobrar, el 15% para mi
Camus asegura que el objetivo de su empresa es que los estudiantes encuentren trabajo. De hecho, no se paga nada hasta que el alumno no haya encontrado un trabajo relacionado con lo que se ha aprendido y por el que le paguen mil dólares al mes como mínimo. A partir de ese momento, y una vez ha cobrado ese primer mes de salario, el estudiante abonará el 15% de su salario para pagar la deuda de 15.000 dólares contraída con Microverse.

Los estudiantes tardan entre dos y tres años en terminar de completar de pagar esta formación. ¿Qué pasa si un estudiante pierde su empleo? ¿O se toma un periodo de descanso para, por ejemplo, seguir formándose? Según Camus, la deuda se pone en pausa. Es decir, mientras el alumno no tenga unos ingresos recurrentes y mínimos de mil dólares al mes, no se le obliga a condonar su deuda.

No hay profesores, pero sí orientadores. El estudiante trabaja siempre en parejas con otros alumnos de hasta 100 nacionalidades distintas
Pero, ¿qué pasa si el alumno cambia de trabajo a otro en el que ya no sea tan necesarios estos conocimientos de programación? Ponemos a Ariel Camus un ejemplo: un programador que es ascendido a responsable de datos de una empresa. "Si el nuevo puesto está relacionado o ha llegado a él gracias a los conocimientos adquiridos en Microverse, debe seguir pagando su deuda". Si, por el contrario, la nueva dedicación no tiene nada que ver con el mundo tecnológico, ésta no debe abonarse. Pero si el alumno vuelve alguna vez a un puesto técnico, ésta se reanudará con las mismas condiciones de pago (el 15% cuando se superen los mil dólares mensuales de paga).

¿Cómo se asegura Microverse de que ningún estudiante olvide sus obligaciones de pago? Ariel Camus explica que hay empresas en todo el mundo que tienen experiencia y conocen los entornos fiscales de cada país. Unas empresas “que pueden hacer verificación de ingresos incluso en países donde la formalidad fiscal es menor que en España” y con las que tienen acuerdos. Sin embargo, cree que no es la mejor forma de hacer las cosas. “Nos convertiríamos en un cobrador del frac”, ironiza.