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Suecia apostó por medidas suaves para salvar su economía, dos meses después ni la economía ni la salud pública han resistido

La pandemia mundial ocasionada por el COVID-19 ha obligado a los países a tomar medidas fijando un dial, como el de ajuste de volumen, entre el 0 (priorizar salvar vidas y evitar contagios tomando medidas drásticas para la economía) y el 100 (priorizar la economía a costa de comprometer la salud pública). La mayoría escogieron medidas más cercanas a lo primero que a lo segundo, pero Suecia fue uno de los que tendieron más hacia tratar de salvar la economía mediante medidas más débiles que la de sus vecinos europeos, una decisión que iba más allá de la capacidad de decidir: la constitución sueca no permite confinar al país en tiempos de paz.

Esas medidas iniciales del mes de marzo, cuando Italia o España ya habían ordenado confinamientos duros, fueron tales como limitar las concentraciones públicas a quinientas personas, pero nada de cerrar los colegios ni los comercios. Ni siquiera los gimnasios. Unas semanas después, su tasa de muertos por coronavirus respecto al total de su población es una de las más altas de Europa y está muy por encima de la de sus vecinos escandinavos.

No es que Suecia haga oídos sordos a la pandemia. Desde las autoridades se ha instado a los ciudadanos a actuar con cautela teniendo al virus en mente, a lavarse las manos con mucha frecuencia y a aislarse si se notan los síntomas propios de COVID-19. Se apelaba a la responsabilidad individual y a las medidas de prevención voluntarias. No hizo oídos sordos, aunque en pocos países se han visto medidas tan laxas y que pusieran la prevención higiénica en manos de la ciudadanía.

Suecia fue noticia internacional por su suave estrategia frente a la pandemia, pero sus cifras de muertos están más cerca de España e Italia que de sus vecinos escandinavos
Al cargo de esta estrategia está el epidemiólogo estatal, Anders Tegnell. Por hacer un paralelismo, "el Fernando Simón sueco", que lleva en el cargo desde 2013. Encabeza un equipo de quince profesionales científicos que se reúne cada mañana y reporta al gobierno dos veces por semana. "El número de muertos nos ha sorprendido", dijo Tegnell. "Nunca calculamos un número de muertes tan alto". Casi 4.000 muertos (a fecha de 21 de mayo) en un país de algo más de diez millones de habitantes.

Como en España, una gran parte de sus fallecidos murieron en residencias de ancianos. Su predecesora en el cargo, Annika Linde, criticó la estrategia del gobierno diciendo que "quizás no ha sido la más inteligente" y explicando que si se pudiera ir atrás en el tiempo, se habrían tomado medidas más duras y mucho antes.

No es la única voz local de la comunidad científica crítica con el gobierno. Más de 2.000 científicos suecos firmaron una carta abierta en abril mediante la que pedían un confinamiento como el de la mayoría de países europeos y criticaban la inacción del gobierno. Tegnell llegó a decir que "cerrar fronteras es ridículo".