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Durante décadas, miles de niños soviéticos se sometieron en las escuelas a baños diarios de luz ultravioleta; muchos lo siguen haciendo

Suena el timbre y todos los niños de la clase salen ordenadamente dirigiéndose hacia una habitación más amplia con las persianas bajadas y alfombras en el suelo. Se quitan el uniforme para quedarse en ropa interior y se colocan unas gafas de cristales tintados y gomas pensadas para fijarlas en la cabeza. Se ordenan alrededor de un aparato extraño, una especie de lámpara. La misma a la que se acerca la profesora, vestida con una bata y un sombrero blanco, y le da al botón de encendido.

Estamos en el Óblast de Múrmansk, en la costa boreal de la península de Kola, en algún momento de los años 80, pero los "baños de luz" han sido una práctica común en las amplísimas regiones del norte de Rusia para favorecer la producción de vitamina D. Lo siguen siendo. Esto es curioso porque en la Unión Europea o en Estados Unidos la práctica clínica habitual ante los déficits de esta vitamina es suplementarla. Ni a los niños (lactantes o no), ni a los ancianos (por poner dos ejemplos de colectivos con problemas de este tipo) se les recomienda de entrada el uso de lámparas de rayos UV. Sencillamente, se les prescriben unas gotas o una pastilla.

UV lamp "light baths" were given to Soviet kids in an attempt to supply them with vitamin D during the winter. (1987) from r/OldSchoolCool
¿A qué se debe esto? ¿A la corta duración del verano en el Extremo Norte ruso como se suele decir o hay algo más? Hoy nos hemos propuesto ir más allá de las fascinantes imágenes de los "baños de luz" de la época soviética y adentrarnos en la historia de cómo un grupo de médicos, aislados de la comunidad científica internacional y con unas circunstancias muy particulares, buscó a tientas la luz en mitad de la oscuridad.

Esqueletos deformados

El primer indicio, a veces, es difícil de notar. La cabeza, sobre todo el área posterior, parece que se abolla al ser presionada, las fontanelas se agrandan y los huesos largos que soportan el peso del cuerpo se curvan. Empiezan las deformidades en tibias, antebrazos, pelvis, muñecas o rodillas. El crecimiento se estanca, el cuerpo toma formas raras y el pecho se llena de protuberancias con la forma de un rosario. Esos son los síntomas de una enfermedad que nos lleva acompañando, al menos, desde que tenemos registros médicos: el raquitismo.

La falta de luz del sol tiene muchos efectos en el cuerpo humano, pero esta enfermedad (el déficit de vitamina D) es una de las más terribles. Tanto que, si rebuscamos en textos de historiadores griegos y romanos no es difícil encontrar descripciones nítidas de esta dolencia. Tampoco es complicado encontrar pistas de su impacto social ya sea en los restos óseos de la poderosa familia Medici o en el arte. Mientras en 1509, sin ir más lejos. Hans Burgkmair el viejo pintó a un niño Jesús con claros signos de sufrirla, cien años después Caravaggio acabó un 'Cupido durmiente' que también la padecía. Sin embargo, no fue hasta el año 1645 cuando el raquitismo entró en lo que podríamos denominar ya como 'literatura científica' con la publicación de un tratado de David Whistler llamado "De morbo puerile anglorum" ("Sobre la enfermedad de los niños ingleses").

Photograph Three Children With Rickets Wellcome L0014375 1
Para aquella época, el raquitismo (o, como alguna la llamaban ya, la "enfermedad inglesa") tenía un enorme impacto en la vida social, económico e intelectual del país. Como nos podemos imaginar por Y cinco años después del trabajo de Whistler, un profesor de la Universidad de Cambridge, Francis Glisson se tomó la molestia de acumular toda la evidencia física, clínica y anatómica de la enfermedad en lugar de enredarse con disquisiciones teóricas. Sin embargo, los niños seguían muriendo en una confluencia perfecta entre ciudades envueltas en humo, dietas deficientes y reformas agrarias que conducían a amplias capas de la sociedad a la precariedad.

No obstante, lo de 'enfermedad inglesa' no debe llevarnos a confusión. No hay nada -- salvo, quizás, los primeros síntomas de la industrialización - que hicieran del raquitismo una enfermedad británica. En amplias zonas de la Rusia imperial, por centrarnos en el tema que nos interesa, el problema llegaba a afectar a la mitad de los niños. Ya en el siglo XIX, a la vez que los médicos escoceses llegaban a la conclusión de que el raquitismo estaba relacionado con factores ambientales (como la privación de luz solar), los médicos rusos lo relacionaban con problemas las condiciones de la vivienda y las prácticas sociales. En Vilna, donde afectaba a uno de cada tres niños, los informes explicaban la mayor prevalencia de la enfermedad en judíos por las mayores reticencias de las madres a dejar jugar a sus hijos al aire libre (comparado con los gentiles).