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Cuando la NASA quiso sustituir el Transbordador con un vehículo espacial barato y futurista: VentureStar

Durante los albores de la carrera espacial, la NASA se benefició con un enorme caudal presupuestario para conseguir sus objetivos más ambiciosos. Y realmente alcanzó logros extraordinarios, como el desarrollo del Programa Apolo, que permitió que 12 astronautas pisaran la Luna en diferentes misiones.

Sin embargo, a medida que avanzaba la exploración espacial, la agencia estadounidense empezaba a buscar un equilibrio entre reducir el coste del acceso al espacio y aumentar la cantidad de misiones. El Programa del Transbordador Espacial, que inició formalmente en 1972, prometía ser la pieza angular de estos objetivos.

Viajar al espacio con regularidad y sin gastar una fortuna
La idea de la NASA era bastante simple: construir una serie de vehículos espaciales reutilizables lo suficientemente grandes, robustos y confiables como para que pudieran ser utilizados para visitar frecuentemente la órbita terrestre baja. Esto serviría para construir una estación espacial estadounidense y llevar astronautas.

El Transbordador Espacial se hizo realidad, pero no cumplió con todos sus objetivos. Si bien era una maravilla de la ingeniería, era un vehículo extremadamente complejo y costoso. Técnicamente debería haber realizado más de una veintena de misiones al año, haciendo que llegar al espacio fuera mucho más fácil que antes.

Las estadísticas, en cambio, demostraron lo contrario. Se estaban realizando un promedio de cuatro misiones anuales, con un coste de aproximadamente 1,2 mil millones de dólares por misión. Una de las razones por los lanzamientos era tan caros era porque ciertas piezas, como el tanque externo, no eran reutilizables.

Había llegado un punto donde la agencia empezó a barajar varias opciones como sustitutas para algunas tareas que realizaba el Transbordador Espacial, por ejemplo, para poner algunos satélites en órbita o transportar pasajeros hacia la nueva estación espacial. Así nació el concepto del vehículo reutilizable de etapa única VentureStar.

La NASA financiaría parte del proyecto de investigación y desarrollo, pero Lockheed Martin sería la propietaria de estas naves, que serían alquiladas por la agencia espacial estadounidense. A nivel de costes, los vuelos hacia la órbita terrestre baja deberían costar mucho menos gracias a las mejoras de diseño y tecnológicas propuestas.

El VentureStar se anunciaba como un vehículo completamente diferente al Transbordador Espacial. En primer lugar, aunque podría llevar tripulación, no necesitaría de pilotos y funcionaría con un sistema de vuelo autónomo. El avance no era completamente nuevo. El transbordador soviético Burán de la década de los ochenta podía volar de forma autónoma.

En cualquier caso, esta no sería la única innovación del VentureStar. Quienes estaban detrás del proyecto aparentemente querían resolver casi todas las dificultades que habían empañado al Transbordador Espacial. Una de ellas era que, a diferencia de este último, no necesitaría de un tanque externo y de propulsores de combustible sólido.

La clave del nuevo vehículo espacial estaría en sus motores lineales Aerospike XRS-2200 que serían capaces de mantener su eficiencia en un amplio rango de altitudes y posibilitarían el diseño de etapa única. A nivel de combustible, la nave se elevaría con hidrógeno líquido y oxígeno líquido, evitando compuestos altamente contaminantes como el cloruro de hidrógeno del Transbordador.

El VentureStar también habría innovado en el sistema de protección térmica. En lugar de utilizar baldosas cerámicas que eran costosas de mantener y necesitaban revisarse minuciosamente antes del vuelo, el concepto proponía un sistema de protección metálica más seguro y económico. Además, en caso de emergencia, el vehículo podría aterrizar en casi cualquier aeropuerto del mundo como un avión convencional.

Todo esto no quedó en simples ideas, sino que el programa recibió un importante impulso en sus inicios. Lockheed Martin y la NASA estaban muy comprometidas con el proyecto y en 1996 se empezó a construir un demostrador tecnológico conocido como X-33. La hoja de ruta establecía que el primer vuelo se realizaría en marzo de 1999.

Pero el proyecto empezó a sufrir muchas dificultades. Los motores Aerospike y los tanques de combustible no lograron superar los requisitos mínimos de rendimiento y presentaron una cadena de fallos durante las pruebas. El programa finalmente fue cancelado en 2001 cuando el prototipo del demostrador estaba ensamblado en un 85% con el 96% de las piezas y la instalación de lanzamiento ya estaba lista.

El sueño del VentureStar se desvaneció incluso cuando la NASA había gastado 922 millones de dólares en el proyecto y Lockheed Martin otros 357 millones. Lo cierto es que la industria espacial ha cambiado sustancialmente desde ese entonces. Actualmente la agencia estadounidense mantiene fuertes lazos con actores privados como SpaceX, que no solo envían satélites y astronautas al espacio a una fracción del precio que requería el Transbordador Espacial.