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Llevo casi cinco años usando asistentes de voz en casa y sigo desesperándome con Siri, Alexa y Google Assistant

Houston, Siri, Alexa, Google Assistant, tenemos un problema: usamos los asistentes de voz para poco más que poner temporizadores y música. Y eso obviamente es un problema para quienes están detrás porque no les sacamos partido y por tanto, los fabricantes no los monetizan. Pudiera parecer que la pelota está en nuestro tejado como usuarios, pero nada más lejos de la realidad: llevo un lustro usando asistentes de voz y aunque en teoría puedo hacer cientos de cosas con ellos, otra cosa es la práctica: hay veces en las que lo que más me apetece es tirar mis asistentes de voz por la ventana.

Hola, me llamo Eva y me compré un Google Home Mini cuando llegó a España en el verano de 2018. Después he ido incorporando a mi hogar un Echo, un Echo Show 15 y un Echo Flex. Llevo desde el iPhone 3GS siendo usuaria de iOS, por lo que he estado con Siri desde el principio. Dice el CEO de Microsoft que cuando los asistentes de voz comenzaron su andadura "eran más tontos que una piedra" y a ver, sin ser yo tan taxativa y habiendo observando cierta evolución a lo largo de los años, mi pregunta es: ¿pero es que a día de hoy los asistentes de voz sirven para algo más que encender una bombilla, que te digan el tiempo, la hora que es y poner un temporizador?

Lost in translation
Según mi experiencia, no. Y fíjate que he dejado lo de la música sin incluir. No es casual y eso que sí, sigue siendo una de las cosas que más le pido a mi Alexa en el día a día. Eso sí, ¿has probado a pedirle mientras cocinas que te ponga la de Shakira con Bizarrap? Éxito. 'Ponme 'Nochentera' de Vico', según le dé te entenderá o lo de nochentera se le atragantará. ¿Y la de 'Another one bites the dust' del musical de Queen? Más tarde que temprano no va a entenderte. ¿Será mi pronunciación, será que hablo muy rápido o quizás que no vocalizo? Sí, los asistentes de voz dan la talla si le pides "música de Shakira" a secas, pero como te salgas de cosas tan generales a títulos largos o versiones concretas que sabes que están disponibles, has comprado todas las papeletas para el desastre. También resulta problemático lo de bajar el volumen cuando está bastante alto, teniendo que desgañitarte para que te escuche.

Soy una ferviente defensora de usar Google Assistant en nuestro Seat León con Android Auto para evitar distracciones, pero cuando intentas tareas tan comunes como la gestión de la música o cuestiones relativas a la navegación ("Navegar a Pamplona sin peajes"), la tarea se vuelve tan larga y tediosa que sale más a cuenta parar en el arcén y ponerlo yo misma. Demasiadas órdenes y pasos, muchos malos entendidos... me siento como Scarlett Johansson en 'Lost in translation'.

Palabros. La primera piedra en el camino de los asistentes de voz son esas palabras de uso coloquial que no están en el diccionario o que quizás pronunciamos un poco de aquella manera. El drama puede estar en algo tan sencillo como pedirle que "abra la app Twitter", pero resulta que tu igual dices "ap" o dices "a-p-p". Pues ya no te ha entendido. Si nos vamos a otros idiomas tratando de pronunciar el título de una canción o el nombre de una persona, fracaso casi asegurado.

Si algo he aprendido hablando con los asistentes de voz es que la orden, cuanto más corta, mejor. "Pon Philips de color verde" funciona con mi lámpara, pero para llegar hasta ese nivel de concreción he tenido que ir probando y luchando contra mi lenguaje natural humano, que me pediría decirle algo como "enciende la lámpara Philips y cambia el color a verde". Más largo implica mayor riesgo de meter una estructura o que no entienda una palabra. Si no entiende hay dos opciones: que o bien lo interprete a su manera o que te pida que lo repitas. Esto genera frustración e incomodidad, y lo que es peor: puede llegar el punto en el que decida desestimar esta tarea para el asistente y acabe sacando el móvil para abrir la app de Hue y cambiar el color a mano.

Perdona bonita, pero no. Los asistentes de voz son muy buenos para proporcionarte información objetiva del tipo '¿en qué año nació Bárbara Rey?', pero pueden fallar estrepitosamente respondiendo lo que no se ha preguntado si no interpretan adecuadamente la consulta. Así que de nuevo toca reformular la pregunta, simplificar o terminar diciéndole "Alexa, calla" porque se enfrasca en una larga respuesta inútil. ¿El resultado? Para preguntas potencialmente problemáticas, acudir al buscador del teléfono.

Otro momento de lo más incómodo con mi asistente de voz (en este caso con la Siri de mi Apple Watch) tiene que ver con su predisposición a meterse en conversaciones cuando no ha sido invitada. Ese momento en el que estás hablando con alguien y detecta que ha sido invocada, interrumpiendo para responder a lo que ella ha entendido. También me pasa con el Echo Show que tenemos al lado de la tele mientras estamos viendo algo. Fallan detectando el trigger que los invoca.

La teoría es maravillosa, la práctica ya tal
Sobre el papel los asistentes de voz son el súmmum del hogar inteligente, integrando servicios y plataformas para una experiencia integral de entretenimiento, confort, personalización y optimización... pero el día a día es otra cosa. Así, poner la Roomba para que limpie la casa tiene su misterio: no solo tienes que ser meticulosa, precisa y parca con la orden, si no que está prácticamente limitado a que empiece a funcionar, se detenga, vuelva a la base y poco más. Como quieras programas de limpieza concretos (en mi opinión, poder elegir qué quieres limpiar y cómo es de lo mejor de contar con mapeo y conectividad) la misión se torna en una odisea. Y luego está que el robot aspirador hace ruido, por lo que es probable que el asistente de voz no te oiga y tengas que acercarte y gritar. Poco práctico.

Estos problemas escuecen todavía más cuando ves lo bien que se desenvuelven los modelos de lenguaje con IA con ChatGPT a la cabeza a la hora de entender cómo nos expresamos y la contextualización. Que sí, que los asistentes de voz tienen el reto de captar la voz, desentrañar nuestra forma de pronunciar, acentos y timbres, pero a los asistentes de voz les hace falta la inteligencia artificial que hemos visto en los últimos tiempos como respirar.