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Y con su diseño llegó la polémica: por qué las nuevas Xbox Series X no parecen consolas, sino PCs

Adiós, Project Scarlett, hola Xbox Series X. La nueva familia de consolas de próxima generación de Microsoft ya tiene nombre oficial, pero además ya sabemos el aspecto que tendrá la nueva consola de Microsoft, que ha sorprendido a propios y extraños con un formato muy peculiar.

De hecho, las Xbox Series X no parecen consolas: ese diseño de prisma rectangular u ortoedro es el mismo que usan habitualmente los PCs de sobremesas, y parece que en Microsoft no han querido esconder esa realidad: las Xbox Series X son consolas, pero también son (casi) PCs.

Microsoft sorprende con el nuevo diseño de las Xbox Series X
Siguen quedando muchas incógnitas que resolver sobre esta nueva generación de consolas, pero el propio anuncio de Microsoft parece apuntar a que no estamos hablando de una consola en particular, sino de al menos dos -se habla de una armada hasta los dientes y otra algo menos potente- que serán las primeras en formar parte de esta nueva generación llamada Xbox Series X.

Lo más sorprendente del anuncio ha sido el propio diseño de estas consolas, que abandona cualquier intento de hacer malabarismos con las dimensiones y se va a una apuesta segura: la de los PCs y miniPCs que durante años han sido compañeros inseparables de millones de gamers en todo el mundo.

Este nuevo formato es desde luego sorprendente teniendo en cuenta ese formato que habían adoptado todas las Xbox hasta ahora: de repente las Xbox Series X ya no parecen consolas.

La Xbox One ya era un PC aunque no lo pareciese
Microsoft no parece querer esconder más el hecho de que sus consolas son básicamente PCs. Lo eran ya con las Xbox One, que por hardware y software estaban muy cerca del PC con Windows convencional. Durante cierto tiempo Microsoft defendió la idea de una consola convergente que pudiera ejecutar ciertas aplicaciones habituales en un PC.

Esa idea ha perdurado en las Xbox One y sus sucesoras, la Xbox One S y la Xbox One X, porque lo que tenemos en su interior son componentes de un PC convencional y porque su software no es más que una versión muy especial de Windows 10.

Una que no solo permite ejecutar juegos, sino que también da acceso a aplicaciones entre las que están clientes de Twitter y Facebook, a clientes de servicios de streaming como Netflix, YouTube, Spotify o Disney+ y que por supuesto cuenta con una versión específica del navegador Microsoft Edge para que cualquiera pueda navegar por internet desde la consola si lo desea.

Esa fina línea que diferencia al PC con Windows de las Xbox One se ha diluido aún más con la iniciativa Play Anywhere que debutó en 2016 y que logró que pudiéramos jugar al mismo juego para la Xbox y para PCs con Windows 10. No todos los títulos disfrutan de esa posibilidad, pero Microsoft lleva impulsando esa opción desde entonces como una pata más de su estrategia de juego cruzado.

De hecho hay un último elemento que ha contribuido a diluir esa diferencia entre consola y PC: Microsoft anunció a finales de 2018 el soporte de ratón y teclado para la Xbox One, algo que permite jugar a diversos títulos con estos periféricos en lugar de hacerlo con el mando.

El único detalle con el que Microsoft parecía esconder esa realidad era el del diseño de las consolas, que adoptaban un formato algo distanciado del PC de toda la vida. Eso cambia en las nuevas Xbox Series X.

Diseño industrial, diseño polémico
Con las Xbox Series X Microsoft nos olvidamos de querer esconder esa realidad. El diseño mostrado por Microsoft podría pasar por cualquier miniPC gamer, y esa caja en forma de ortoedro plantea un formato quizás poco ambicioso, pero desde luego funcional.