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Qué era ser el responsable de sistemas de una empresa hace 30 años y qué es serlo hoy: de "mecánico" a estratega

Un cursillo acelerado, un manual mastodóntico, de los que competían en peso y volumen con las Páginas Amarillas y —como ultimísimo recursos, solo ante emergencias— un teléfono de contacto para pedir ayuda. Cuando Javier García Tobío empezó su carrera como responsable de sistemas informáticos, en la década de 1970, le tocaba lidiar con computadoras UNIVAC 90/30 sin más guía que tres nociones básicas. Las justas para colocar las cintas de backup. Para todo lo demás debía echar mano del manual o las indicaciones que podía darle un técnico de la marca vía telefónica y desde kilómetros de distancia. Antes de vérselas con el UNIVAC, ya había tenido que trabajar con un IBM 1130 que empleaba cartuchos del tamaño de una caja de pizza. Cuando hace dos años se retiró, sin embargo, Javier tenía a su cargo en el CESGA (Centro de Supercomputación de Galicia) equipos capaces de realizar 22 billones de operaciones por segundo.

Entre ambas experiencias han pasado cuatro décadas durante las que el día a día de los responsables de sistemas informáticos ha dado un giro de 180 grados. O varios, quizás. Desde las décadas de los 70, 80 e incluso 90 ha cambiado la tecnología que tienen a su alcance, por supuesto, pero también su propio rol dentro de las empresas, sus tareas, cometidos y lo que esperan de ellos sus compañeros y jefes. Les ha tocado lidiar con la llegada de las intranets, Internet, la automatización, los retos de la ciberseguridad, el Big data o ver cómo sus compañías pasaban de ser casi “bunkers tecnológicos” a echar mano de grandes proveedores de servicios como Google o Microsoft.
En 30 años su labor se ha transformado.

García Tobío pertenece a la primera promoción de titulados en informática en España. Estudió en Deusto, trabajó en la desaparecida Caja de Ahorros Vizcaína y en 1975 tuvo que dejarlo todo para empezar la mili en Ceuta. Antes de terminar el servicio en el ejército le surgió un empleo en una tecnológica de A Coruña, donde llevó el área de sistemas y desarrollo de aplicaciones. Allí se topó con los UNIVAC. “En aquellos años, a mediados de la década de 1970, el técnico de sistemas tenía un papel importante en la gestión de la explotación, en que las impresoras funcionasen bien, que hubiese papel para facturas, cintas… No había incidencias difíciles de solventar”, señala: “No recuerdo que estuviéramos parados nunca por razones de software; de hardware, sí, que se estropeara la máquina o atascaran los lectores de tarjetas”.

“No recuerdo que estuviéramos parados nunca por razones de software; de hardware, sí, que se estropeara la máquina o atascaran los lectores de tarjetas”
Javier Garcia Tobio
De la tecnológica de A Coruña, García pasó a una empresa siderúrgica, también en Galicia, donde entró en contacto con el IBM 43XX, que además de ser mucho más compacto que los modelos 360 o 370, presentaba una mayor capacidad. “Había sistemas de comunicaciones realmente complejos. Los utilizábamos para todo; en mi opinión supuso un hito”, señala. Otro fue entrar en contacto, cuando empezó a trabajar para Fujitsu, en los años 80, con las computadoras personales. “Yo llevaba grandes sistemas. Para mí fue importante ver un PC en Japón. Tanto es así que me traje un par a Madrid. Con ayuda de otros técnicos de sistemas japoneses (porque estaban en idioma japonés) íbamos traduciendo y llegamos a hacer algunas aplicaciones”.

La expansión de las redes LAN e Internet
Los PC no supusieron la mayor "revolución" que detecta al rememorar aquellos comienzos como responsable de sistemas informáticos. García apunta aún otras dos. La primera fue la implantación de las redes LANs internas. “Apareció de nuevo otro mundo fantástico por su complejidad, por todos los elementos que lo componen y problemáticas, también”, señala el veterano informático. La segunda, “definitiva”, la marcó el “advenimiento” de Internet y los sistemas de correos.

“Cada vez podíamos disponer de más información y servicios; pero también nos creaba una tensión tremenda. Con los años pasamos de tener todo controlado en una habitación y abrirnos un poquito con las comunicaciones en batch, en las que mantenías el control en la instalación, a (ya con la implantación de LANs) disponer de un montón de cacharrería dispersa a la que le perdías la pista”, explica García. A ese nuevo escenario se añadía el “estrés importante” de tener que actualizarse y estar al tanto de una evolución tecnológica cada vez más acelerada.

Juan Claudio, vinculado a IBM desde los 90, tiene presente también los inicios de la Red en las compañías. “Recuerdo cuando Internet podía estar incluso mal visto dentro de las empresas, cuando la gente decía ‘¡Ah, es que va a ver el periódico!’ La irrupción del mundo exterior en las intranets. Hoy ha cambiado radicalmente. Los empleados esperan de un lado un acceso libre a Internet y del otro la colaboración con los clientes en herramientas como Dropbox u otras colaborativas, como Webex. Ya no puedes tener un fortín en tu compañía”, señala Claudio, quien no ha olvidado aún, por ejemplo, cuando BBVA decidió incorporar un correo basado en Google. “Se montó una muy grande. Hubo mucho ruido”, rememora el veterano informático.

Juan Claudio
Otro de los recuerdos que conserva García Tobío de sus inicios, en los años 70, es el aura que envolvía al departamento de sistemas en las empresas. “Era un mundo de gente extraña que manejaba la jerga electrónica. Nos tenían como a unos cerebritos, unos tipos raros que hablaban con terminología informática”, rememora. Hoy la realidad es bien distinta. “Ahora está más vulgarizado, más o menos todos saben algo de informática. Se ha extendido mucho el conocimiento”, comenta el antiguo empleado de Fujitsu y responsable del CESGA antes de tirar de ironía: “Incluso mis nietos manejan las tablets, PC, consolas… ¡De todo!”